Pablo el Apóstol y su “Visión”
Pablo el Apóstol, hijo de un fariseo, nació en Tarso hacia el año 10 d.c. Estaba destinado al oficio de rabino, y su primera visita a Jerusalén la realizo a la edad de dieciocho años. Aunque orgulloso de su ascendencia judía, el padre de Pablo transmitió a su hijo su ciudadanía romana abriéndole así buenas perspectivas en ambos campos.
Las actuaciones de Pablo despues de la “muerte” de Jesús ilustran la existencia de una agenda precisa para la difusión del mensaje de Cristo. Habían de pasar varios años antes de que Pablo recibiera en el camino de Damasco sus instrucciones, en una visión “deslumbrante”.
De repente estaba abierto el camino futuro para Pablo y para el mensaje cristiano. Pablo que nunca había visto a Jesús, cambio por completo de actitud. Su conversión en el camino de Damasco lo convirtió de perseguidor de los discípulos de Jesús, en el paladín mas ardiente de la nueva fe. El éxito de la Iglesia se debe a este hombre más que a ningun otro.
Los fariseos (cuyo nombre deriva de una palabra hebrea que significa “los separados”) se habían distanciado del Templo, como lo habían hecho los esenios al tiempo de la fracasada resistencia contra la ocupación griega de Palestina.
Los fariseos tomaron la via intermedia entre los esenios zelotes y las acciones abiertamente políticas de los saduceos, que habían establecido alianzas con los romanos. Abogaban por una resistencia pasiva a los romanos, mientras conservaban buena parte de la herencia helenística que los saduceos y los esenios habían desechado.
Esa herencia en el contexto de Pablo y de la estructura futura de la Iglesia cristiana primitiva, fue el factor más significativo en el fermento político-religioso de Jerusalen.
Los fariseos, de los que Pablo fue inicialmente un ejemplo clamoroso, creían en la existencia de espíritus y de ángeles, y consiguientemente en la intercesión entre Dios y el hombre sobre la Tierra. Pero su creencia más relevante (de cara a la senda que tomaría más tarde la Iglesia paulina) tenía que ver con el futuro del individuo despues de dejar el mundo físico.
Porque los fariseos creían en la pervivencia del alma despues de la muerte y en su perfeccionamiento mediante la práctica de buenas obras sobre la tierra. Esa creencia presentaba marcadas semejanzas con la creencia fundamental de la gnosis.
Pablo el Apostol, acogió esa herencia religiosa, aunque descartando algunos puntos doctrinales que eran privativos e incorporando aquellos que destacaban su visión del “mensaje” cristiano en el futuro. Pablo tenía la solución obvia a todos los matices del claroscuro religioso.
Jesús era la respuesta perfecta para todos los hombres, ya fueran griegos, romanos o judíos. Jesús era Dios y Mesías a la vez. Eso introdujo la formación farisaica de Pablo en la Iglesia de Cristo, creando un Mesías resucitado y dejando con ello que las creencias de los fariseos, los esenios, los saduceos, los zelotes y los romanos acabasen hundiéndose en el polvo de la historia.
La Iglesia paulina acabo convirtiéndose en la Iglesia Católica y Romana y logro sobrevivir. Otro grupo, el de los discípulos y compañeros habituales de Jesús, tambien quedo marginado por el “trabajo dinámico” de Pablo. Ese conflicto de intereses contiene la clave real para las cuestiones que rodean el estatus mesiánico de Jesús.
Pablo el Apóstol se separó gradualmente de la compañía de Santiago, el medio hermano de Jesús, y abandono la fracción dura de los discípulos los “nazarenos” que permanecieron en Jerusalen, resueltos a promover el que creían era el verdadero mensaje de Jesús. Tal separación represento un momento crucial en la historia y determino la trayectoria futura de la Iglesia Católica y Romana y el destino de millones de personas hasta el dia de hoy. Pues fue la versión paulina del cristianismo la que de hecho haría desaparecer el núcleo del problema: el judaísmo de Jesús.
+++Nada para nosotros Señor, nada para nosotros, sino a Tu nombre sea dada la Gloria+++