El árbol de la Vida
Caballero y Templario… el hombre se apartó de Dios retirándose y dándole la espalda al Árbol de la Vida, y volverá con el rostro vuelto hacia ese mismo Árbol. Se apartó de Él saliendo por la doble puerta del Bien y del Mal, y volverá por la puerta sencilla de la Comprensión.
Inició su largo y penoso viaje avergonzado de su desnudez y procurando esconder su vergüenza, y llegará al final de su viaje con su pureza y sin prenda alguna y el corazón limpio de su desnudez.
Pero esto no ocurrirá mientras el hombre no sea, por el pecado, liberado del pecado, pues el pecado será la propia ruina del pecado. Si, el pecado no es más que la barrera que el hombre ha colocado entre él y Dios, entre su yo físico y transitorio, y su Yo eterno.
Los indolentes se satisfacen con ir remendando las rasgaduras de sus prendas con los retazos abandonados por sus prójimos más trabajadores. Y cada remiendo en la indumentaria del pecado, es pecado, pues tiende a perpetuar la vergüenza, que fue el primer sentimiento doloroso que tuvo el hombre al separarse de Dios.
Templarios…. ¿Está el hombre haciendo algo para librarse de esa vergüenza? ¡¡NO!! Todo su esfuerzo consiste en amontonar vergüenza sobre vergüenza, prenda sobre prenda.
¿Qué son las artes y la ciencia del hombre sino prendas que tapan su vergüenza? Sus imperios, naciones, grupos raciales y religiosos en la senda de la guerra. Sus códigos del bien y del mal, de honra y deshonra, de justicia e injusticia, sus incontables credos sociales y sus convenciones.
Y su valorar lo inestimable y medir lo inconmensurable, y normalizar aquello que está más allá de toda norma. Y su avidez por los placeres que están preñados de sufrimientos, su ambición por las riquezas que empobrecen, su sed por la superioridad que subyuga, su codicia por la grandeza que empequeñece.
¿Qué son todas estas cosas, sino cultos de adoración que tratan de remendar el ultra remendado traje que tape su vergüenza?
Caballero y Templario… no esperes ningún milagro que te salve de ti mismo, ni temas al dolor, la Comprensión desnuda, convertirá tu dolor en un perenne éxtasis de alegría.
Si te enfrentas a ti mismo en la desnudez de la Comprensión y Dios te llama para preguntarte ¿Dónde estás?, no te avergüences, ni temas, ni te ocultes a Dios, sino al contrario, debes permanecer firme, sin recelo y divinamente sereno respondiendo a Dios;
“Heme aquí, Señor, con mi alma, mi ser, mi sencillo yo. Avergonzado, temeroso y apenado, camine por la larga, áspera y tortuosa senda del bien y del mal que Tú me señalaste en la aurora de los tiempos. El Tiempo apresuro mis pasos y la Fe alimento mi corazón, y ahora la Comprensión me ha liberado de mis cargas, ha curado mis heridas y me ha traído de vuelta a Tu Santa Presencia.
Desnudo del bien y del mal, de la vida y la muerte, desnudo de todas las ilusiones de la dualidad, desnudo de todo yo, excepto del Yo que todo lo envuelve; sin prendas con que esconder mi desnudez, aquí estoy de rodillas ante Ti, libre de vergüenza, iluminado y sin temor. Heme aquí, unificado. Heme aquí, he triunfado, Señor.”
Y Dios te abrazara con infinito Amor y te cubrirá con su Manto Blanco, en señal de reconocimiento por la vida vivida, por la misión bien cumplida y por tu ejemplo de Caballero Templario, guerrero y soldado de la Blanca Milicia de Cristo, y te llevará directamente a su Árbol de la Vida, para mayor Gloria de Nuestro Señor.
+++Nada para nosotros, Señor, nada para nosotros, sino a Tu nombre sea dada la Gloria.+++
Interesante, solo que si tienes un encuentro con Dios no es en este plano, el espiritu no necesita ropa o atuendos, ese día ya llegará, mientras tanto fluye y vive así…