El Camino que conduce a Dios
“Amaos los unos a los otros” Jesucristo.
Si queréis seguir el camino que conduce a Dios, evitad las discusiones. La verdad es un axioma que no necesita ser demostrado. Todo lo que necesita ser sustentado con argumentos y pruebas, más tarde o más temprano, será demolido con pruebas y argumentos. Demostrar algo es negar su opuesto. Demostrar lo opuesto es negar lo que había sido afirmado. Dios no tiene opuestos. ¿Cómo podrías demostrar su existencia o negarla?
Para ser instrumento de la Verdad, la lengua no debe ser jamás mayal, garfio, veleta, acróbata o barrendero. Hablad para aliviar al que está sin habla. Callad para aliviaros. Las palabras son barcos que navegan por los mares del espacio y atracan en muchos puertos. Tened cuidado con qué los cargáis; pues habiendo seguido su curso, terminarán por descargar su carga en vuestra puerta.
Lo que la escoba es para la casa, la búsqueda de sí mismo lo es para el corazón. Barred bien vuestros corazones. Un corazón bien barrido es una fortaleza inexpugnable. Tal como vosotros os alimentáis de los hombres y de las cosas, así ellos y ellas se alimentarán de vosotros. Sed alimento saludable para el prójimo, si no queréis ser envenenados.
Si dudáis sobre el próximo paso que debéis dar, permaneced quietos. Vosotros sois desagradables a las cosas que os desagradan. Apreciadlas y dejadlas en paz, apartando así un obstáculo de vuestro camino. La más insoportable molestia es considerar algo como molesto. Escoged entre estas dos cosas: poseer todo o no poseer absolutamente nada. Ningún término medio es posible.
Toda piedra de tropiezo es un aviso. Leed cuidadosamente la advertencia y la piedra se transformará en un faro. Lo recto es hermano de lo torcido. Lo primero es un atajo, lo segundo es un camino indirecto. Tened paciencia con lo tortuoso. La paciencia es salud cuando se apoya en la Fe. Cuando no está acompañada de la Fe, es parálisis.
Ser, sentir, pensar, imaginar, saber, es el orden de las principales etapas en el circuito de la vida humana. Cuidaos de elogiar o de recibir elogios, aunque sean sinceros y merecidos. En cuanto a la lisonja, sed sordos y mudos a sus pérfidas promesas. Tomáis prestado todo cuanto dais, cuando sois conscientes de estar dando. En realidad, no podéis dar nada que sea vuestro. Sólo podéis dar a los hombres aquello de lo que sois depositarios para ellos. Aquello que en verdad es vuestro —que es exclusivamente vuestro— no lo podríais dar aunque quisierais.
Conservaos equilibrados y seréis el patrón y la balanza para que los hombres se midan y se pesen a sí mismos. No hay pobreza ni riqueza. Existe la habilidad de usar las cosas. Realmente pobre es aquél que usa mal lo que tiene, rico quien usa bien lo que posee. Incluso un mendrugo de pan enmohecido puede ser una riqueza incalculable. Como asimismo un granero rebosante de oro, puede ser una irremediable pobreza. Cuando convergen muchos caminos no dudéis sobre el que habéis de tomar. Para el corazón que busca a Dios, todos los caminos conducen a Él.
Aproximaos reverentemente a todas las formas de vida. En la más insignificante de ellas, está escondida la llave de la más significativa. Todas las formas de vida son significativas. Sí, maravillosas, incomparables e inimitables. La vida no se ocupa de niñerías inútiles. Para salir de los talleres de la naturaleza, la obra necesita ser merecedora del amoroso cuidado de la naturaleza y del más meticuloso arte. ¿No será, también, merecedora de vuestro respeto? Si los mosquitos y las hormigas merecen respeto, ¿qué decir de nuestros semejantes? No despreciéis a nadie.
Es mejor ser despreciado por todos los hombres que despreciar a uno sólo de ellos. Despreciar a un hombre es despreciar al Micro-Dios que hay en él. Y despreciar al Micro-Dios en cualquier hombre, es despreciarle en vosotros mismos. ¿Cómo podría alguien llegar a su puerto seguro, si menosprecia al único piloto que le podría conducir a ese puerto?
Mirad hacia arriba para poder ver lo que está debajo. Mirad hacia abajo, para que podáis ver lo que está arriba. Descended todo cuanto hayáis subido; en caso contrario, perderéis el equilibrio. Hoy sois alumnos; mañana seréis maestros. Para ser buenos maestros tenéis que ser buenos alumnos. No debéis intentar eliminar el mal del mundo; pues incluso la hierba dañina sirve de buen abono. El entusiasmo mal aplicado, a menudo mata al entusiasta. No solamente los árboles altos y frondosos componen el bosque. Es necesario que también haya algunos arbustos y trepadoras.
La hipocresía puede ser conservada encubierta durante algún tiempo, pero no para siempre; ni tampoco puede ser destruida o exterminada. Las pasiones oscuras se generan y prosperan en las tinieblas. Colocadlas a la luz, y su generación disminuirá. Si de entre mil hipócritas consiguieseis llevar a uno sólo a la sencilla honestidad, en verdad os digo que grande habría sido vuestro éxito.
Poned un faro en lo alto y no vayáis llamando a los hombres para que lo vean. Aquéllos que necesiten luz no precisarán que les invitéis a ello. La sabiduría es una carga para el semi-sabio, del mismo modo que la tontería lo es para el tonto. Ayudad al semi-sabio a cargar su carga y dejad de lado al tonto; el semi-sabio podrá enseñarle mejor que vosotros.
Muchas veces hallaréis que vuestro camino es intransitable, sombrío y solitario. Sed perseverantes y continuad afanosamente recorriéndolo; al girar en cada recodo encontraréis un nuevo compañero. Ningún camino del espacio inviolado está aún inexplorado. Cuando las huellas son escasas y distantes unas de otras, el camino es seguro y recto, aunque rudo y solitario en algunos trechos.
Los guías pueden mostrar el camino a aquéllos a quienes debe ser mostrado, pero no les pueden obligar a recorrerlo. Acordaos de que sois guías. Para guiar bien, se necesita estar bien guiado. Confiad en vuestro guía. Muchos os dirán: «Mostrarnos el camino.» Muy pocos, poquísimos, os dirán: «Por favor, guiadnos por el camino.» En el camino de la Realización, esos pocos valen más que los otros muchos.
Arrastraos donde no podáis andar. Andad donde no podáis correr. Corred donde no podáis volar. Volad donde no podáis hacer parar todo el universo dentro de vosotros. Levantad, no sólo una vez, ni dos, ni cien, al hombre que tropieza cuando intenta seguir vuestra orientación. Continuad levantándole hasta que ya no tropiece más, recordando que también vosotros fuisteis criaturas.
Ungid vuestros corazones y vuestras mentes con el perdón, para que podáis tener sueños ungidos. La vida es una fiebre de intensidad variable y de diversas especies, según la obsesión de cada hombre; y los hombres están siempre delirando. Bienaventurados los que deliran con la Sagrada Libertad que es el fruto de la Sagrada Comprensión. Las fiebres del hombre son transmutables. La fiebre por la guerra puede ser transmutada en fiebre por la paz; la fiebre por acumular riqueza, puede ser transmutada en fiebre por acumular amor. Esa es la alquimia del Espíritu, que sois llamados a practicar y enseñar.
Pedid vida para el que esté muriendo; y para el que esté viviendo pedid muerte. Más para aquél que anhela la Realización, rogad que se libere de ambas. Grande es la diferencia entre «poseer» y «ser poseído». Poseéis solamente aquello que amáis. Aquello que odiáis os posee. Evitad ser poseídos.
Más de una Tierra recorre su órbita por los vacíos del tiempo y del espacio. La vuestra es la más joven de la familia. ¡Y qué criatura tan robusta! Un movimiento estacionario, ¡qué paradoja! Sin embargo, tal es el movimiento de los mundos en Dios. Mirad los dedos de vuestras manos si queréis saber cómo las cosas diferentes pueden ser iguales.
El azar es el juguete de los sabios… los tontos son el juguete del azar. Nunca os quejéis de nada. Quejarse de algo es transformarlo en castigo del que se queja. Soportarlo bien es castigarlo bien. Pero comprenderlo es convertirlo en un siervo fiel. Muchas veces sucede que el cazador, al apuntar a una corza, dispara y yerra, matando a una liebre cuya presencia no había notado.
El cazador hábil dirá en ese caso: «Era realmente a la liebre a lo que había apuntado, y no a la corza. Y obtuve mi pieza.» Apuntad bien y cualquier resultado será un buen resultado. Lo que llega a vosotros es vuestro. Lo que se demora en llegar no merece la pena de ser esperado. Dejad que lo que se demora, espere. Jamás errareis un objetivo si aquello a lo que apuntáis os apunta. Un objetivo que se yerra es siempre un objetivo alcanzado.
Haced que vuestros corazones estén a prueba de decepciones. Las decepciones son aves de rapiña empolladas por corazones débiles, criadas con la carroña de sus abortadas esperanzas. Una esperanza que se realiza se transforma en madre de muchas esperanzas abortadas. ¡Cuidado! No concertéis el matrimonio de vuestros corazones con la esperanza, si no queréis que ellos se transformen en cementerios.
Una de cada cien huevas desovadas por un pez puede dar fruto. Sin embargo, las otras noventa y nueve no se desperdician. La naturaleza se muestra así, tan pródiga y tan discriminadamente indiscriminada. Sed igualmente pródigos y discriminadamente indiscriminados al sembrar vuestros corazones y vuestras mentes en los corazones y mentes de los hombres.
No esperéis recompensa alguna por el trabajo hecho. El propio trabajo es recompensa suficiente para el trabajador que ama su trabajo. Recordad la Palabra Creadora y el Equilibrio Perfecto. Cuando hayáis alcanzado ese Equilibrio por medio de la Sagrada Comprensión, sólo entonces os habréis vuelto vencedores y vuestras manos colaborarán con las manos de Dios. Puedan la paz y el silencio de esta noche vibrar en vosotros hasta que los sumerjáis en la paz y el silencio de la Sagrada Comprensión.
+++Nada para nosotros, Señor, nada para nosotros, sino a Tu nombre sea dada la Gloria.+++