Los Templarios y la Conciencia Divina
Templarios y Caballeros… bendito seas a los ojos de los hombres, porque eres poseedor de la Conciencia Divina, pues nunca buscaste ingresar en la Orden con el deseo de conseguir riquezas ni honores. Ni tampoco porque creiste que ibas a situarte en un plano más alto o que podrías encontrarte rodeado de comodidades.
Siempre has tenido muy presente de que se te exigen tres cosas para honrar a tu amada Orden y a tus hermanos:
La primera es que dejes atrás los pecados del mundo, la segunda que te pongas al servicio de Nuestro Señor y la tercera que serás el más pobre de los mortales, y siempre estarás sometido a una penitencia por la salvación de tu alma, caminando por el difícil camino que te llevará a la cima.
Templarios… los hombres de la pequeña conciencia, son aquéllos que, habiendo construido un mundo con sus sentidos, de pronto lo encuentran pequeño y sofocante, y aspiran a un hogar mayor y más aireado.
Pero en vez de procurarse nuevos materiales y un nuevo arquitecto, emplean los mismos materiales y llaman al mismo arquitecto “los sentidos” para que les diseñe y construya un hogar mayor. Apenas éste está levantado de nuevo, lo encuentran tan reducido y sofocante como el anterior.
Y así van demoliendo y levantando, sin jamás llegar a construir el hogar que les pueda proporcionar el bienestar y la libertad que tanto anhelan, pues confían en los embaucadores para que les libren de los engaños.
Y de la misma manera que el pez salta de la sartén para caer al fuego, ellos huyen de una ilusión para sumergirse en otra aún mayor.
¿Pueden los ojos ver todo lo que hay para ser visto y los oídos oír todo lo que existe para ser oído? ¿Pueden las manos tocar todo lo que hay para ser tocado, y la nariz oler todo lo que ha de ser olido? ¿O puede la lengua paladear todo lo que ha de ser probado?
Solamente cuando la Fe, nacida de la Conciencia Divina, viene en su auxilio, los sentidos pueden tener sensaciones reales y, de este modo, convertirse en escaleras para ascender a la cima.
Caballero y Templario… soldado de Cristo, allí donde estés, hagas lo que hagas, hazlo siempre con toda tu fe y la fuerza de tu corazón, y solo así, podrás llevar a tu amada Orden a la Gloria de Dios Padre, para mayor honra de Nuestro Señor.
+++Nada para nosotros, Señor, nada para nosotros, sino a Tu nombre sea dada la Gloria. +++