Los Caballeros Templarios en América

Los Caballeros Templarios en América

¿Estuvieron los Caballeros Templarios en América antes que el genovés Cristóbal Colon? No deja de ser curioso que hace miles de años, griegos, egipcios y otras culturas mediterráneas tuviesen conocimiento de la redondez de la Tierra, de la medida aproximada de su radio, de su distancia al Sol o a la Luna, y que sin embargo las cerradas mentes del siglo XV concibiesen miedo ante la posibilidad de «caer por el borde del mundo» en caso de adentrarse lo suficiente en el Océano Atlántico.

Para ellos la Tierra era plana y era además el centro del universo. Actualmente no sólo sabemos cuan equivocados estaban, sino que tenemos que reconocer que las antiguas culturas, podrían ser eso, antiguas, pero en absoluto primitivas, como mucha gente aún supone erróneamente, víctima de ideas preconcebidas.

La verdad es que, gran parte de un antiguo saber se ha perdido en el lento transcurso de los siglos. Ignoramos hasta donde alcanzaba el conocimiento de los que nos precedieron en tiempos remotos, aunque sí comprendemos que superaba de largo al angustioso declive que se produjo en el medievo.

Asombran, por poner un ejemplo, las numerosas coincidencias entre culturas tan distantes en el tiempo y el espacio, como eran la egipcia y las mesoamericanas precolombinas, como la maya o la azteca.

Todo parece indicar, sino un origen común, si al menos un vínculo, un contacto en lo que a conocimiento se refiere. Hay quien dice que desde tiempos inmemoriales el hombre ya había navegado el mundo entero.

Incluso el aventurero noruego Thor Heyerdahl, en sus famosas expediciones «Ra», demostró que los egipcios tenían tecnología suficiente como para haber alcanzado el «nuevo mundo» a bordo de sus «primitivas» embarcaciones de papiros.

¿Alcanzó alguna antigua cultura del viejo continente las costas americanas mucho antes que Colón? ¿Sabía por tanto el Almirante a donde se dirigía exactamente? ¿Lo sabían los Templarios antes que él? ¿Pudo el genovés aprovechar los conocimientos que éstos le legaron?


En el Museo Nacional de Turquía, en Estambul, se halla un mapa fechado en 1513, que perteneció al pirata y cartógrafo turco Pirí Reis. Dicho mapa muestra Gran Bretaña, España, África Occidental, el Atlántico, porciones de Norteamérica, un perfil completo de la mitad oriental de Sudamérica y en la parte inferior, la línea costera de la Antártida.

Hasta aquí, puede parecer nada raro, pero si tenemos en cuenta detalles como que en el plano se muestran el cauce de ríos como el Orinoco, el Paraná y otros que de aquella estaban inexplorados, o que la Antártida aparece libre de hielos, la duda empieza a surgir.

Es necesario añadir, que las distancias señaladas en el mapa son exactas, distancias que no se pudieron establecer con exactitud hasta el siglo XVIII. El propio continente helado, no fue oficialmente descubierto hasta el siglo XIX.

El atlas aparece rasgado, y se sabe que había más planos, por lo que se supone que en su día fue mucho mayor, seguramente un completo mapamundi.

El propio Pirí Reis cuenta que, en una batalla contra los españoles, en 1501, él y su tío Kemal capturaron a un marinero que había navegado en tres de las expediciones colombinas y que portaba unos extraños planos, utilizados, según el marinero, por Colón en sus viajes.

El origen de estos mapas se remontaba a Grecia, ya que el marino español confeso: «Cierto libro, del tiempo de Alejandro Magno (356-323 A.C.) fue trasladado a Europa, y después de leerlo, Cristóbal Colón, con los barcos proporcionados por el Gobierno español, descubrió las Antillas».

El pirata turco, reconoce, asimismo: «Al preparar este mapa, hice uso de unos veinte planos viejos y de ocho mapamundis, en los cuales aparecía la totalidad del mundo habitado».

Al poco tiempo de su fundación, la Orden del Temple comenzó a recibir ingentes cantidades de dinero provenientes de donaciones y grandes extensiones de tierra para administrar, lo que permitió destacar a los monjes-guerreros como hábiles economistas, impulsando la economía en todos los aspectos.

Conocedores de que el mantenimiento de su brazo militar en Palestina era sumamente costoso, el Banco del Temple y su Marina tendieron toda una tupida red que estableció relaciones comerciales con los estados europeos y los musulmanes.

Inventaron la banca moderna, introduciendo las cláusulas penales y la letra de cambio. Asimismo, ejercieron de tesoreros de reyes y nobles, y no solo aceptaban moneda, sino también cualquier objeto de valor, prestando a cambio dinero contante y sonante.

A pesar de sus múltiples operaciones financieras siempre disponían de mucho efectivo, y sin embargo, en esa época las piezas monetarias en circulación eran muy escasas. Eso no fue impedimento para que en el siglo XII financiaran en Francia la construcción de más setenta iglesias y ochenta catedrales, pagando los materiales y los jornales de todo tipo de obreros y trabajadores.

El oro no abundaba y la plata, muy escasa y que había llegado a cotizarse más que aquel dado que desde la época de los romanos no habían existido nuevas explotaciones, se tornó bastante corriente con la entrada en escena del Temple.

Había muy pocas minas en Europa, Asia y África, si tenemos en cuenta la enorme cantidad de este metal que se llegó a mover en la alta Edad Media, y después del exterminio de los templarios, resultó que la producción de las minas existentes en los territorios oficialmente conocidos en el siglo XIV era claramente insuficiente. Entonces, ¿de donde provenían las reservas?

Algunos autores sostienen que los Templarios iban y venían de América con barcos cargados de plata, que posteriormente concentraban en la ciudad francesa de Sours.

Tras la disolución de la Orden del Temple, los templarios españoles ingresaron en masa en la Orden de Calatrava, y parece seguro que fue en el convento de dicha orden donde Cristóbal Colón, que se alojó allí, halló los elementos que le dieron la certeza en cuanto a la existencia de las Indias Occidentales.


En Portugal fue creada especialmente para los templarios supervivientes la Orden de Cristo, que usaba la cruz templaría, la cruz de gules pateada. Cuando los portugueses de Enrique el Navegante se lanzaron al descubrimiento de los océanos pareciendo saber exactamente a donde iban, sus velas debían llevar obligatoriamente la cruz roja de la Orden del Temple.

Los marinos portugueses tenían prohibido navegar más allá de Cabo Mogador sino portaban en dicho pabellón la Cruz, que, por otra parte, también se hallaba en las tres embarcaciones colombinas. Precisamente en el país vecino estuvo el almirante genovés, no sólo para encontrar financiación para su empresa, sino con el fin de estudiar las cartas marítimas que guardaba la Orden de Cristo y que se consideraban las más completas del mundo.

Por otra parte, el Temple poseía una flota propia y contaba con puertos que miraban no solo al Mediterráneo sino también al Atlántico. Destacamos la enigmática encomienda francesa de La Rochelle, en la que el Temple disponía de un puerto muy importante cuya ubicación, apartada de las rutas usuales, no estaba justificada en modo alguno.

Este puerto se hallaba fuertemente protegido por unas cuarenta encomiendas en un radio de ciento cincuenta kilómetros y su importancia podría ser enorme de ser cierta la confesión de un templario.

Por su parte, los conquistadores españoles se encontraron en la península de Yucatán una leyenda que narraba que unos hombres blancos llegaron a sus costas en grandes barcos.

Y estos altos y hermosos hombres, que vestían extrañas vestimentas, fueron generosos y llevaron a las gentes mayas grandes conocimientos.

Una de las cosas que más asombró a los religiosos que acompañaron a Colón, fue que los indios no se extrañaban al ver la cruz ni al contemplar a los caballeros armados. Es más, incluso parecía que los estaban esperando.

Algunas de sus tradiciones hablaban de que «llegará un día en el que vendrán por mar grandes hombres, vestidos de metal, que cambiarán nuestras vidas para bien». También los mayas adoraban a Kukulkán, un dios «blanco y barbado» y a una cruz, en la cual murió «un hombre de luz que vivirá eternamente». ¿Pudieron ellos solos alimentar esta idea, tan cercana al cristianismo?

+++Nada para nosotros, Señor, nada para nosotros, sino a Tu nombre sea dada la Gloria+++

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antolinvall
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