La Caballería Templaria Iniciática

La Caballería Templaria Iniciática y Esotérica

En la Caballería Templaria Iniciática y Esotérica existe desde siempre un fundamento esencial, necesario e inamovible que es su núcleo y basamento espiritual y que tal fundamento no hace a tal o cual creencia religiosa particular, sino que, rebasando de lleno el marco de lo exotérico, se inserta de pleno derecho y por su naturaleza misma en el marco de lo iniciático y esotérico.

Si no comprendemos esto no podremos captar nunca el verdadero espíritu de la Caballería ni de antes ni de ahora, ni de la del Medioevo ni de la de nuestro siglo XXI. Y solo podrá haber entonces parodias más o menos ridículas, carentes de elevación y amplitud de miras por parte de individuos no calificados para ser Caballeros.

O, lo que es mucho peor, se usará el nombre de la Caballería para amparar intereses mezquinos y bastardos que pueden ir desde las ambiciones personales hasta las torcidas actitudes políticas extremas. De sobra sabemos de tales casos que son solo explicables por la felonía y mediocridad de quienes así proceden.

Una Orden del Temple que excluya a quienes no sostengan determinados dogmatismos es solo una falsificación bastarda y bastardos son los que llevan tales cosas adelante. No importa lo que pregonen, lo que hacen es lo que cuenta.

El Mundo cambiante en la Caballería Templaria.

El mundo se compone cada vez menos de partes aisladas. En la Edad Media solo se vinculaban los pueblos por el comercio, la guerra y las alianzas ya que eran raras las embajadas de otro tipo.

Hoy eso cambió y la interacción social, cultural y económica de los países es permanente y creciente. Y esto impone, se quiera o no, un sello adicional de internacionalidad geográfica a lo caballeresco. Sello que obliga a una mayor amplitud de miras y a una mayor aptitud para la convivencia.

Así resulta que para remediar tales males es necesario correrse hacia los bienes. Y esto supone recentrarse en los sublimes postulados que demasiados “Caballeros” de hoy ignoran supinamente.

Este espíritu implica y exige de manera terminante y taxativa estar del lado del débil, del desprotegido y necesitado de ayuda, de las minorías desposeídas o en peligro, en suma, del lado de los débiles.

Es Compasión, Tolerancia y Caridad las que mueven al Caballero e impulsan su valor para eliminar al dolor y procurar el bien común. No olvidemos además que la verdadera Libertad nace precisamente del Principio de Tolerancia.

Este, en suma, nos enseña que debe uno tomarse el trabajo de amar al prójimo, de comprender a los otros y de respetarlos, poniendo en un pie de igualdad a todos los seres humanos en cuanto a su esencia sagrada y sus derechos.

Si esto no se da en forma sincera y genuina en los hechos, la Libertad pronto sucumbe tras reducirse primero a meras expresiones declamatorias sin contenido real.  Y la Caballería digna de ese nombre no puede existir en tales condiciones.

La Universalidad del Temple y la Caballería Templaria.

Los verdaderos Principios del Temple no son felizmente los de la Inquisición. Por el contrario, hay en la Orden cuando se la comprende realmente, un amplio marco para la convivencia armoniosa y el diálogo fecundo.

La universalidad, presente por cierto en el Temple de antaño, es la piedra de toque de lo iniciático. Nace tal actitud naturalmente de un estado de conciencia elevado. Si falta es señal que se permanece en las tinieblas del mundo exterior y profano. Defender esto ya no es solo cosa del Temple, es deber insoslayable de toda la auténtica Caballería.

Olvidarlo o negarlo supone ser un felón y un mal Caballero con la indignidad que ello trae consigo. No hay ni puede haber nunca Caballería digna de ese nombre sin Tolerancia, Justicia y Compasión.

La Caballería Templaria Tradicional. –

La Caballería Tradicional supone una Iniciación, entendiendo por esto la transmisión de una influencia espiritual que permitirá a quien es digno y calificado para recibirla la realización de grandes hechos en lo externo y en lo interior pero que nada cambiará en quien es indigno de ser Caballero.

Por ello será conveniente y deseable referirse a la Caballería Espiritual o, mejor aún, Iniciática para distinguirla del que solo practica la guerra y el combate o bien de quienes usurpan el título de Caballero sin derecho a ello.

Está claro que el mundo de hoy ha olvidado todo al respecto del sentido y misión Iniciáticos de la Caballería y prueba de ello es que aquí y allí surgen nuevas órdenes que pretenden ser honoríficas y no pasan de carnavalescas, dado que no poseen ni raíces en el pasado ni filiación iniciática alguna.

En algunos casos pretenden reducir lo iniciático a lo meramente religioso y exotérico.  Desde luego esto es una prueba de la formidable ignorancia respecto de la Tradición Iniciática en que vive ese tipo de personas. La parodia es su refugio pues no pueden comprender ni alcanzar a lo verdaderamente “trascendente”.

Para que la Iniciación germine, florezca y fructifique supone un trabajo interior arduo y prolongado. Y aquí está la clave para el futuro de la Caballería. Si esta quiere ser plena, auténtica, legítima, debe encarar esto sabiendo que no se reduce de ningún modo a simples misas y oraciones.

Es el proceso de alquimia interior que conduce al Santo Grial. La meta de esta Cruzada es la Jerusalén celeste y no la terrestre.

La Caballería Templaria ha sido, es y será siempre un Camino de Realización Espiritual con todo lo que ello implica en lo interno y externo. Sea nuestro esfuerzo para llevarla a cabo plenamente en Sabiduría, Fuerza y Armonía, en Honra y Amor, para mayor Gloria de Nuestro Señor.

+++Nada para nosotros Señor, nada para nosotros, sino a Tu nombre sea dada la Gloria+++

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antolinvall
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