Los Ejecutores de la Orden del Temple

¿Se cumplieron las terribles palabras de Jacques de Molay antes de morir?

Los ejecutores y verdugos de la Orden del Temple que tras una parodia de juicio y aberrantes torturas, con las que lograron obtener confesiones prefabricadas, sentenciaron a centenares de Caballeros Templarios a perecer en la hoguera. Entre ellos el Gran Maestre de la Orden, Jacques de Molay.

El 19 de marzo de 1314, el infortunado de Molay junto con el Maestre de Normandía Geoffroy de Charney fueron quemados vivos a fuego lento en un islote del Sena situado entre los jardines del rey y la Iglesia de los hermanos ermitaños de San Agustín.

Ambos recibieron la muerte con el mayor valor y entereza que es dable imaginar «despertando admiración y sorpresa entre todos los que asistieron». No sólo ambos se retractaron antes de sus forzadas confesiones en el tormento, sino que el Gran Maestre Jacques de Molay antes de morir, maldijo a los infames Papa y rey con estas palabras: «Clemente,, juez inicuo y cruel verdugo, te cito a comparecer ante el tribunal de Dios en cuarenta días y a ti, Felipe, antes de un año» *.

La justicia de Dios no se hizo esperar. Es tradición que el pueblo de París ante este infame espectáculo, maldijo también al rey y rompiendo los cordones de la guardia se precipitó sobre la hoguera para rescatar algunos huesos calcinados, los que fueron guardados como reliquias. Ya entonces nadie dudaba de la pureza y honra de los Templarios.

Este pisotear a mansalva de los valores espirituales por excelencia, es decir los correspondientes a los niveles esotérico e iniciático, tenía que necesariamente implicar una reacción o contrapartida a nivel cósmico, como en efecto ocurrió.


Poco se dice normalmente en relación a este punto, sin duda porque fuerzas tan siniestras como poderosas se han empeñado en una conjura de silencio. Sin embargo, en el siglo pasado, un fraile español inteligente, Mateo Bruguera, efectuó una recopilación relativa al triste fin de los múltiples conspiradores para la destrucción del Temple.

Hela aquí:

Clemente V (Bertrand de Gott o Goutt), natural de Villandrán, Gascuña. Murió de diarrea en la noche del 19 al 20 de abril de 1314, dentro de los cuarenta días de la muerte de Jacques de Molay. Lo dejaron al cadáver abandonado y desnudo toda la noche. Luego durante el velatorio cayó una vela que incendió el catafalco, carbonizando medio cadáver.

En 1577 los calvinistas entraron en Uzeste, destrozaron su tumba, quemaron sus restos y aventaron sus cenizas.

Felipe IV «El Bello», rey de Francia. Murió de fiebre  y remordimientos el 29 de septiembre de 1314, dentro del año de la muerte de Jacques de Molay.

Su muerte sobrevino por fiebre y gangrena de heridas ocasionadas por caída de su caballo durante una cacería a causa de un jabalí. El olor que desprendían sus llagas era tal que resultaba repugnante y nauseabundo acercarse a su lecho de muerte. El fin de Felipe el Bello resulta así harto significativo desde el punto de vista del simbolismo iniciático, pues el jabalí es símbolo tradicional tanto de la ira del cielo como de la autoridad espiritual.

Luis X (también llamado el querellante o pendenciero) Hijo mayor y sucesor de Felipe IV «el Bello». Murió envenenado el 5 de junio de 1316.

Felipe V «el largo». Segundo hijo de Felipe «el Bello». Murió el 3 de enero de 1322 en medio de horribles sufrimientos, maldecido por el pueblo a causa de los crecidos impuestos.

Carlos IV «el Bello», último hijo de Felipe IV «el Bello». Muere en 1328 tras haber fracasado en todas sus empresas. Así se extinguió la descendencia directa del pérfido rey.

Carlos de Valois (hermano de Felipe «el Bello»). Iba por las calles llorando sus penas y arrepentimiento, rogaban a cuantos pasaban que oraran por la salvación de su alma. Se dice de él que combatió con la lanza de Judas, pues fue cruel, sanguinario y traidor. Murió – dice la Historia – de arrepentimiento.

Guillaume de Nogaret, Ministro de Felipe IV «el Bello». Hombre infame y de terrible ambición. Había sido excomulgado sucesivamente por dos Papas, Bonifacio VIII y Benedicto XI. Se las ingenió para hacer envenenar al primero de ellos, quién murió como consecuencia del hecho. Maldecido en público por uno de los últimos jefes del Temple, murió a los ocho días en forma súbita y misteriosa.

Eguerrand Portier de Marigny, conde de Longueville. Se ocupó junto con Nogaret y Plezian de inventar las más torpes calumnias contra los Caballeros Templarios. Muerto Felipe «el Bello», Enguerrand fue procesado y encerrado en la fortaleza del Temple. Se le acusaba de sortilegio, malversación de fondos reales y otros delitos.

Se le negó el derecho a la defensa. Condenado a muerte, fue ejecutado el 30 de abril de 1315 en la horca. Junto con él fueron ahorcados sus cómplices Pierre de la Brosse y Paviot, siervo. Su otro sicario, Jacques Delor, se estranguló en su celda el día anterior y la mujer de éste, conocida como «la renga» fue quemada a los pocos días como hechicera.

La esposa de Enguerrand y su servidora Mme Chanteloup permanecieron prisioneras en el Temple, acabando allí sus días miserablemente.

Guillaume de Plezian (o de Plesis): cómplice de Nogaret y de Marigny, fue el ministro que gozó de mayor intimidad con Felipe IV «el Bello». Murió miserablemente (al parecer cubierto de llagas) el mismo año de Jacques de Molay, es decir en 1314.

Jean de Plublaveh: fue Gran Preboste de París. Odiaba a los Templarios y con sus calumnias relativas a los Caballeros de la Orden evidenció su rencor, gravitando mucho en el infame proceso. En 1320 durante una revuelta del populacho, éste tomó el Chatelet que era la residencia del Preboste, lo golpearon, atropellaron y pisotearon.

Por último la turba lo arrojó desde lo alto de la escalera, muriendo así con la cabeza aplastada. Cabe por cierto mencionar que, en ese mismo lugar, el había hecho torturar a muchos Caballeros Templarios, dando instrucciones personales respecto de los horrorosos suplicios a aplicarles.


Enrique Chaperel: sucesor del anterior como Gran Preboste, se había caracterizado por su furor maligno y odio enconado hacia los Caballeros del Temple, a quienes hizo torturas sin piedad. En 1321 fue acusado de delitos infames, entre otros de mantener relaciones sexuales con animales. Se lo procesó y ahorcó ese mismo año.

Raoul de Presles: prominente jurisconsulto de París, fue abogado general del Parlamento. Citado como testigo en el proceso contra la Orden, fue el primero en declarar infamias ante la Comisión Papal, buscando naturalmente complacer a Philippe le Bel en cuyo complot estaba. Poco después el Rey Luis X , lo acusó de robos y confiscó todos sus bienes, haciéndolo torturar. El resistió la tortura y murió pobre y humillado en 1315.

Pierre de la Chapelle  Taillefer, Obispo de Carcasona y Tolosa, luego Cardenal con el título de Preneste: Aprovechó el proceso de los Templarios para hacerse nombrar Carcelero Mayor. No solo no mejoró en nada la triste situación y estado en que se hallaban en las mazmorras los Hermanos del Temple, sino que, por sus servicios, se hizo abonar grandes sumas provenientes de los bienes de la Orden. Murió súbitamente en 1312 tras finalizar el Concilio de Vienne, maldecido unánimemente por todos los Caballeros Templarios que sabían de él.

Philippe de Marigny, Arzobispo de Sens: participó en el Concilio Provincial de Sens, donde no dejó de lado ninguna calumnia y felonía para hundir a la Orden del Temple. Muerto Philippe le Bel, el fue encarcelado junto con sus dos hermanos, el ministro Enguerrand y Juan, Obispo de Beauvais. Es absuelto sin demasiada convicción por el jurado y, al retornar a Sens, tiene que escapar del odio del pueblo. Huye a París donde muere en 1317, pobre y lleno de vergüenza y remordimiento. Es enterrado al lado de su hermano ajusticiado del que ya hemos hablado.

Rodulfo Grospain, Obispo de Orleans y Arzobispo luego (temporal) de Sens, antes de Marigny. Dirigió las torturas infligidas a los Caballeros del Temple. Cómplice de la matanza que costó la vida a 54 Caballeros el 12 de mayo de 1310. Asistió al Concilio de Vienne y murió súbitamente en 1313.

Hugo Giraldi (o Geraud), Obispo de Cahors: éste canalla despiadado fue el más cruel de los hombres, dirigiendo las torturas más infames con el rigor más despiadado. Acabó sus días de modo tan trágico como vil. Acusado de simonía (venta de cargos eclesiásticos), exacciones y violencias tiránicas con su grey, se le degradó de su dignidad episcopal, siendo condenado a ser desollado vivo, arrastrado por las calles de Avignon y finalmente arrojado al fuego. Esto tuvo lugar en 1317.

Gaillard de Pressac, Obispo de Tolosa y sobrino del Papa Clemente V: dirigió las torturas que sufrieron muchos Caballeros de la Orden. Por sus amores, escándalos y vida dispendiosa, el Papa Juan XXII le obligó a renunciar al obispado, muriendo oscuramente en 1316.

Boson de Salignac: sucede a Bertrand de Gott (Clemente V) en el Obispado de Cominges. Torturó a muchos Caballeros y asistió al Concilio de Vienne en 1314, muriendo repentinamente ese mismo año.

Aymerico de Lusignan, homosexual. Se había apoderado del gobierno de Chipre y odiaba a la Orden del Temple. La razón es que ésta no le había apoyado cuando destronó a su hermano Enrique. Cuando recibe el breve de Clemente V, encarcela a los Caballeros y se apodera ipso-facto de los bienes de la Orden. De poco le valió esto pues en 1318 su favorito Simonett de Montt lo mata en su gabinete, de diez puñaladas.

Burchard, Arzobispo de Magdeburgo: mandó encarcelar en 1307 a los Caballeros Templarios de su Diócesis tras recibir la orden del Papa. El pueblo se amotinó y lo encarceló a él, cubriéndole de insultos. Los Caballeros Templarios fueron liberados y el miserable Arzobispo continuó en la cárcel, muriendo al año siguiente (1308) en ella.

Alberto de Austria: este felón, perseguidor acérrimo de la Orden del Temple, murió asesinado por su sobrino Juan de Suabia al atravesar el río Reuss. Se hallaba en marcha hacia Suiza para dominar la revuelta de Guillermo Tell, el héroe helvético. Su oportuna muerte tuvo lugar en 1308.

Eduardo II de Inglaterra, homosexual. Yerno de Felipe IV «el Bello», persiguió a los Caballeros pero sin tanto encono como su suegro. La hija de Philippe, Isabel, lo engañó tanto como pudo con Roger Mortimer al darse cuenta de las perversiones de su marido. Finalmente, harta de él, lo hizo encarcelar y finalmente matar, hundiéndole una espada al rojo en el recto.

Esquieu de Floyran (o Squin de Florian según otros textos), originario de Béziers y prior de Montfalcon. Intentó, tras haber sido al parecer expulsado de la Orden, convencer al rey Jaime II de Aragón de que los rumores de herejía, idolatría y sodomía que circulaban contra la Orden eran verdaderos.

Cómo éste rey no dio crédito a tales calumnias, Floyran se dirigió a la corte francesa. Enterado de las falsas acusaciones que circulaban, el Gran Maestre Jacques de Molay solicitó al Papa una investigación. Este accede y el 24 de agosto de 1307 comunica a Philippe le Bel su decisión en tal sentido.

Pero Philippe no desea la verdad sino únicamente los grandes bienes de la Orden (solamente en tierras y en Francia había casi dos millones de hectáreas propiedad del Temple). Para no cederle la iniciativa al Papa, dispone el arresto de todos los Caballeros, hecho que tiene lugar el 13 de octubre de 1307. En total (cifras de la Comisión Papal) fueron arrestados 546 Caballeros y apenas lograron escapar un par de docenas de ellos.

Según la tradición oral el traidor Esquieu de Floyran  (o Squin de Florian) fué ultimado por miembros de las guildas de constructores. Esto sucedió casi al unísono con la muerte de Jacques de Molay.

Muchos otros hechos notables tuvieron lugar cuando se pretendió destruir para siempre a la Orden. Años fueron aquellos de calamidades continuas y la nieve cubrió Europa con terribles vientos asoladores año tras año. Hubo como consecuencia hambrunas muy duras y muchos perecieron.

Pero el fenómeno más notable tuvo lugar en París en uno de los primeros días de mayo de 1310, poco después de la salida del sol. Sobre el disco del astro rey se observó con la mayor nitidez, que se dibujaba roja la cruz Templaria, rodeada de tres anillos concéntricos, el interior negro, el central rojo y el externo blanco.

+++Nada para nosotros Señor, nada para nosotros, sino a Tu nombre sea dada la Gloria+++

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