Templarios de la Blanca Milicia de Cristo

Templarios de la Blanca Milicia de Cristo

Ser Templarios de la Blanca Milicia de Cristo es asumir el viejo destino de lucha. Es, hoy como ayer, compromiso y acción.  Es ser parte de la Caballería Espiritual de la Orden del Temple.  Es adquirir de pronto un pasado que se remonta a más de 800 años al que se debe hacer honor en cada acto de nuestra vida.

Los templarios deben ser hombres libres y este concepto abarca todo tipo de dependencia, no sólo política y económica, sino personal, esto es, ser libres en sus actos.

Los templarios hacen honor a la historia tanto del Temple como de su Patria. Saben que quien no conoce y ama el pasado no podrá comprender el presente. Menos aún puede proyectar el futuro, tanto para él como para toda su comunidad. Estudian y trabajan para la recuperación de la cultura y para que se preserve.

Los templarios sienten ser los hermanos mayores de la Creación, por eso no sólo cuidan al Hombre sino también a los animales, las plantas y la Tierra misma. No cazan, ni por deporte ni por vanidad, respetan toda forma de vida, cuidan el hábitat que lo contiene pues no le pertenecen y recuerdan que el hombre sólo es su administrador.


No creen y desconfían de los falsos ídolos alzados por una verdadera parafernalia de príncipes aparecidos de la nada en los fines del milenio. Son fieles a su credo, pero abiertos a todas las creencias sensatas a las que respetan.

TEMPLARIOS Y CABALLEROS, HISTORIA, LEYENDA Y REFLEXIONES
«Desde que los hombres han dejado de creer en Dios no es que no crean en nada, creen en todo«.

Entienden que el único pacifismo respetable es el combativo, el que arriesga, por un ideal, y advierten sobre la excusa del pacifismo de algunos, parecido a la indiferencia, eufemismo por cobardía. Los indiferentes parasitan la Tierra mientras un puñado de locos, valientes o testarudos de todos los ámbitos y épocas, han hecho la historia y generaron sus cambios. Ellos fueron y serán la masa crítica.  La Blanca Milicia de Cristo es un mal espacio para tibios e indiferentes. Se nutrirá de valientes decididos a luchar por una Suprema Causa, el respeto a la sacralidad del hombre y el apoyo a su libertad.

Los Templarios honran a padres y maestros, desprecia la soberbia, petulancia, corrupción, opulencia, usura, la inmoralidad, y el capitalismo salvaje que somete a los hombres a una nueva forma de esclavitud. Esto se llama hoy globalización.  Ese es el equivalente del «infiel» de otra época, a la que se oponen con una reafirmación de la ética y de lucha por la santidad del hombre y sus libertades.

Los templarios deben mediar para que la riqueza no sea insensible, que la globalización salvaje no aplaste a los individuos.  Que nadie tenga dudas, al mundo lo gobierna hoy una nefasta sinarquía apátrida, atea en los hechos, con el sólo interés económico, a la que importa la cantidad y no la calidad, los números y no la persona. Aunque sus cabezas no sean visibles, sus tentáculos asoman en todas las Bolsas del mundo globalizado para optimizar sus ganancias.   Sabe esa sinarquía apátrida que la sujeción económica es más fuerte e inmovilizadora que la política.


A esa sinarquía ideológica se ha sumado un coro de estúpidos, insensatos, delincuentes y amorales colaboracionistas, algunos desinforman desde los medios, otros votan leyes que no entienden, otros hacen exhibición inmoral del dinero mal conseguido, otros negocian con los planes de ayuda, otros con los incendios forestales, otros consideran a la medicina una actividad comercial más, a la par de un supermercado o una fábrica de alfajores.

Es una organización sin códigos. Sabemos que debemos enfrentarnos a la globalización, pero ¿Cuáles son las armas? Por lo pronto la Blanca Milicia de Cristo engrosará la masa crítica, la levadura catalítica que promoverá un cambio a través de redes donde no se compite, que apoyan, fortalecen y mejoran al individuo e intenten transformar a la sociedad en más humana y más hospitalaria, reinsertando los viejos y permanentes ideales de la Caballería Espiritual.

Con tantos enemigos ocultos incorporados por la civilización moderna, es más difícil ser templarios de la Blanca Milicia de Cristo en el Siglo XXI, que durante las Cruzadas.  Al menos entonces el enemigo vestía uniforme. Sin embargo, seguiremos actuando con cortesía y justicia, independientemente de cómo nos traten los demás, no dejaremos que ellos determinen nuestras respuestas.

Nos damos todas las posibilidades de triunfar porque somos Templarios de la Milicia de Cristo, pero si fracasamos, lo haremos luchando, de rodillas ante Dios y de pie frente a los hombres, para mayor Gloria de Nuestro Señor.

+++Nada para nosotros Señor, nada para nosotros, sino a Tu nombre sea dada la Gloria+++

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antolinvall
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