Y Sigues Caminando
Y sigues caminando, Templario, después del suave aliento de la noche que expira, del pulso rápido del día que nace, de la ansiedad por afrontar el misterio de lo que está por vivir y del anhelo aún mayor de liberarte de ti mismo. Y te estimula a seguir caminando poniendo alas a tus pies y dando vitalidad a tu sangre.
Un Templario, un soñador buscando un aire más libre y un Cielo ilimitado. Un guerrero luchando contra la enmarañada red de conflictos e intereses creados por el hombre. Un soldado de la Blanca Milicia de Cristo embriagado con el elixir de Justicia y Libertad.
Templario… los hombres se ríen de aquellos que caminan por senderos solitarios, donde las pisadas son pocas y muy difíciles de seguir. Pero sigues caminando y la llamada del Temple se hace más y más potente en tu interior, haciendo cada vez más difícil de soportar las injusticias de este mundo.
Y sigues caminando, con un cantar en tu corazón y una firme determinación en el alma, con tu noble cabeza erguida y la mirada serena penetrando la lejanía, guiado por una luz demasiado maravillosa para ser descrita con palabras humanas, excesivamente resplandeciente para los ojos humanos. Es un faro y un puerto, para aquellos que desean vencerse a si mismo. Seguirás caminando por la senda de la Verdad y de la Vida.
La Orden a la que debes Lealtad, principio y fin, la esencia alimentada con la presencia incesante del espíritu Templario, manifestado en otros cuerpos y otros rostros. Caballeros Templarios, soldados, guerreros caídos pero no vencidos, devueltos a la vida para seguir luchando, incansables en el combate, valientes y dignos, para continuar construyendo la Gran Obra de Nuestro Señor y cumplir la Palabra Dada que sellaron las puertas del Cielo con la Tierra en la Alianza del Temple con Dios Padre Todopoderoso.
Caballero y Templario… dichosos aquellos que oyen y comprenden, cuyos párpados no se escuezan con las lágrimas que hicieron verter a sus semejantes. Cuyas manos no estén al acecho de envidias y codicias. Cuyos oídos no estén asediados por los silbidos de la lujuria. Cuyo pensar no sea mordido por sus pensamientos.
Dichosos sean aquellos cuyos corazones no sean morada para toda clase de inquietudes y remordimientos que surgen ininterrumpidamente de todos los rincones del Tiempo. Cuyos recelos no cavan túneles en sus cerebros, y puedan decir con valor a la noche “muéstrame el día” y decirle al día “muéstrame la noche “.
Tres veces dichosos sean los que estando a solas con Dios se sienten tan armoniosos, tan en paz, tan infinito como el mismo Dios. Solamente para ellos la Vida le reserva el descanso del guerrero, del soldado… del Templario Vencedor, para mayor Gloria de Nuestro Señor.
+++Nada para nosotros, Señor, nada para nosotros, sino a Tu nombre sea dada la Gloria.+++